domingo, 12 de abril de 2009

Filomeno

Corrían los primeros años de los 90 y cada 2 meses la escena se repetía con distintas personas pero en el mismo lugar. Nos reuníamos allí, en el comedor de marinería con un objetivo: despedir a los marineros del barco que tras 9 meses de mili se licenciaban.

Los homenajeados vestidos de gala para la ocasión recibían una foto dedicada y algunas veces una jarrita o cenicero con la silueta del barco. Esa era la paga tras 9 meses de trabajo, y que en la mayoría de los casos había sido un buen trabajo.

Nunca había reproches en esas ceremonias, ni tampoco llantos o excesivas carcajadas. El acto era así como muy oficial, pero entrañable, y es que entre otras cosas los afectados se habían pasado del orden de 9 meses tachando los días que le faltaban para ese día de la foto dedicada. Y festejándolo con aceitunas, calamares y cervezolas se despedía a los Pepes, Luises, Filomenos, Sanlucar y Vigo que por el barco habían pasado.

Pero de momento no voy a hablar de estos marineros, sino de otra cosa significativa: El que suscribe, que para aquellos años era o bien el segundo o bien el Comandante del barco...en aquellas ceremonias sentía envidia de aquellos Filomenos que licenciaban. Como suena: aquellos hombres pasaban a otra vida y dejaban la vida de los barcos para ir con sus familias, novias, estudios o negocios y comenzar una nueva etapa y yo sentía envidia de aquel cambio.

Este sentimiento mío quiere decir claramente una cosa: hay que reconocer que profesionalmente yo no estaba en el sitio adecuado y pudiera ser que yo por aquella época estuviera más a gusto de leñador en el Canadá que de Oficial de aquel barco. No me preocupa mucho, pues me consta que similares sentimientos de envidia los pueden llegar a tener incluso ministros con su cargo. Pero esa es otra historia.

Así que hoy no voy a hablar de lo que es la envidia (muy desarrollada al sur de los Pirineos), ni de mis aciertos o fracasos en la Armada (para que nos entendamos me considero profesionalmente un 6,2). Voy a hacerlo de lo que empecé hablando: de los marineros de la mili.

En este pais podemos hacer homenajes a diversidad de gente, pues la hay estupenda: los bomberos nos apagan los incendios, las enfermeras nos cuidan en los hospitales y los policias nos protegen de los delincuentes. Todos son a tener en cuenta...pero todos ello cobran su dinero.
Sin embargo hubo una época, no muy lejana, en que a los barcos y a los cuarteles, nos venían cientos y miles de hombres con unos 20 años de edad y con una única misión: que aquellos 9 meses de servicio a la patria, como se decía, pasasen lo antes posible. Es de hacer notar que estos entusiastas defensores de España cobraban del orden de 6 euros al mes y con tanto ardor cumplían su misión que ni el mismísimo Pacto de Varsovia se atrevió nunca a iniciar ningún ataque preventivo contra este pais de los linces y la tortilla.

Hay que destacar también lo siguiente: la mujer a principios del siglo XX hace toda la fuerza para entrar en la universidad, y con toda la razón del mundo entra. Luego a primeros de los años 30 del siglo pasado hace fuerza para poder votar en España (es curioso ver quien vota a favor//contra de esa posibilidad en las cortes) y como es lógico vota. El caso es que la mujer, con toda la razón del mundo, hace lo necesario para adaptarse e introducirse en todo aquello que el hombre disfruta y usa. Bueno, pues el caso es que nunca escuché en los años 80/90 ninguna manifestación multitudinaria de mujeres solicitando su incorporación a la mili aquella, y tiene su explicación: La mili no era buena. Era una cruz y la mujer, que no es tonta, lo sabía, pese a todos los chascarrillos graciosos que nos ha contado más de una vez alguno sobre su paso por el ejército, pues por supuesto tantos meses dan para mucho.

Montando mil guardias, haciendo potajes los cocineros, camas los reposteros, fregando todos y picando, miniando y pintando que de eso se hacía mucho en los barcos. Como se decía "Saluda a todo lo que se mueva y pinta todo lo que se esté quieto". Así pasaban los meses en aquellas unidades de la Armada, y el caso es que los barcos estaban operativos gracias a toda aquella gente. Ya digo que no pedían mucho a cambio: 6 euros al mes y una foto al licenciarse, así que como había que animarlos de alguna manera, y con dinero era imposible, se usaba para incentivarlos los permisos, con un pequeño inconveniente, si se iban de permiso los unos, se quedaban los otros montando más guardias, pero aun así era el permiso lo mas sagrado para ellos. Eran máquinas de montar guardias con tal de irse unos días a sus casas, y si era necesario estar una semana seguida de guardia en el portalón, pues lo estaban.

Y así el tiempo pasaba. ¿Volvían más maduros a sus casas?. Pues supongo que sí, pero si los hubiesemos tenido 9 meses trabajando en una fábrica de coches o en una granja de avestruces, no me cabe duda de que también hubieran vuelto tanto o más maduros. Esto que he contado puede parecer una historia del abuelo cebolleta, pero la realidad es que sucedió hace unos pocos de años y ahora en este año 2009 sólo puedo decir que menos mal que terminó aquella historia de la mili y que viva el ejercito profesional, pero vamos a lo importante del artículo:

A ti que hiciste la mili: muchas gracias tío, por tu tiempo y por lo que hiciste y también por lo que dejaste de hacer en aquellos meses.

Y si pienso que el emigrante español, el que en los 50/60 se tuvo que ir porque se cansó de comer solámente castañas, cebollas y patatas es digno de elogio y de reconocimiento, el otro a homenajear no me cabe la menor duda que es el marinero/soldado de la mili. Lo dicho: gracias.

Y no lo he comentado, pero me cuentan que en los años 40 la mili duraba...3 AÑOS. Glub.

Quien no escribió un poema
huyendo de la soledad
Quien a los quince años
No dejó su cuerpo abrazar..................Gracias Mari Trini.


Santi

2 comentarios:

  1. COMO SIEMPRE, SIGUIENDOTE Y LEYÉNDOTE. Y COMO SIEMPRE, GRACIAS.
    LO DEL OTRO COMENTARIO, FUE UN ARREBATO.
    SEGUIRÉ ESCRIBIENDO EN EL BLOG. AUNQUE TANTO TIEMPO EN ESTOS DE LOS BLOGS, ME IMPIDEN QUE EL CEREBRO CREE.

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  2. Gracias a ti amigo.

    Santi

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