domingo, 3 de mayo de 2015

En defensa del pantalón vaquero

Hola a tod@s, buenas tardes y perdonar por no escribir la semana pasada. Un viaje por Italia con mi novia me impidió darle a la tecla el domingo pasado. Gran país este de los romanos. Inolvidable viaje el que hemos tenido.


Ha sido un viaje genial, visitando Venecia, Florencia y Roma. Todo me ha impresionado, pero ya sea por mi carácter marinero o porque gané 10 euros en su casino, me quedo con la ciudad de las góndolas. Es mágica, distinta a lo que conozco, es diferente su concepción, es maravillosa. Es cara que te cagas.


Por aquello de abaratar costes en Venecia, nos alojamos durante tres noches en la residencia militar de oficiales que la marina italiana allí tiene. Muy céntrica y asequible para un marino. Como va siendo habitual durante mi existencia, (ya fui chorreado de pequeñito en otra residencia española) fui chorreado igualmente, eso si, elegantemente, por infringir las normas escritas, por mi indumentaria en el comedor. El caso es que no permiten los jerseys al cinto, las mangas remangadas y para variar, los pantalones vaqueros, y yo me pregunto...¿Qué tendrán los vaqueros que no gustan? 


No sé, los míos son preciosos, me cuestan una pasta, y son incluso elegantes. Quizás, podría entender la prohibición de la chancla, la boina/pamela o incluso los pantalones rotos para comer, pero no la de un precioso pantalón vaquero instituido en el mundo desde hace ya más de 50 años. En fin, unas normas estrictas en el vestir, que considero jurásicas, pero eso sí, mucha norma en el vestir, pero el servicio de limpieza de la residencia, un día no hicieron la habitación. En fin, si vas por allí, que por cierto, se come muy bien y barato en el comedor antivaqueros, llévate un pantalón de pana o de tergal de esos. Merece la pena la residencia: unos 70 euros la habitación doble cuando en los hoteles vale unos 150.


En fin, esto es una simple anécdota que añadir al viaje, y sólo me resta comentar que toda Italia es digna de verse y quedamos encantados. Buen trato, buena gente y monumental, y con una comida apetecible. Eso sí, según llegué a España, lo primero que hice fue tomarme unas buenas cañas de estrella Galicia, con boquerones en vinagre y una ración de oreja. Lo echaba de menos. Los "antipasti" serán ricos, pero los superan y de sobra nuestras "tapas".


Ya en España, país que cada día me encanta más, miro como andan las novelas www.jmediciones.com y hay poca novedad en las mismas. Un consuelo: he recuperado la inversión de la última MALASAÑA 98.6 y las críticas que estoy recibiendo siguen siendo buenas, e incluso, muy buenas. Ya sólo resta que algún director de cine se fije en ella. La novelita se lo merece.


Ahora a comenzar las clases de PER con mis alumnos, a rebajar las raciones de oreja y demás con deporte y a intentar vivir un mayo estupendo. Siempre me gustó mayo, con sus flores, pan y quesillo y camisetas. Viva la camiseta y el pantalón vaquero. Kim Bassinger está monísima con ellos puestos.


Habrá elecciones también y ya sé a quien votar. Excepto que diga o haga alguna tontería de aquí al día de las elecciones, pienso votar a Antonio Carmona, el candidato socialista a alcalde. Creo que Madrid, con el pufo económico que tiene la capital,  necesita un economista como él, es además de Malasaña, y ha pasado por el ejército y espero que haya copiado las cosas buenas que tiene la milicia. Tiene mi voto. Espero no cagarla como ya me pasó más de una vez. Suerte Antonio.


Y el mundo tembló. Miles de víctimas en Nepal. Solo me resta mandar un poquito de dinero para allá. Pobre gente.


Pues eso, vamos a por mayo, compra por favor cupones de la ONCE que es cosa buena y a ver si perdemos ese par de kilos que nos sobran.
Besos y abrazotes
Santi










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